La Casa Once se conoce comúnmente como la Casa de los Amigos. A través de nuestros amigos, encontramos la fuerza en los números, vemos el poder del colectivo, del grupo.
Los grupos a los que se dirige esta casa incluyen clubes, organizaciones, grupos sociales, organizaciones de redes y asociaciones profesionales. El enfoque aquí está en las actividades que realizamos dentro de estos grupos, cómo hacemos la diferencia y como resultado, cómo crecemos y nos actualizamos a nosotros mismos.
Además, es el grupo, en virtud de su fuerza colectiva, el que ayuda a definir lo que haremos como individuos.
A medida que crecemos, tenemos más oportunidades y posibilidades a nuestra disposición, y la Casa Once las aborda. Nuestras interacciones y esfuerzos están en consonancia con nuestras prioridades en la vida; estas interacciones tienen la capacidad de mejorar nuestras vidas.
¿Un trabajo de amor? Sí, en muchos sentidos. A través de nuestros amigos y actividades de grupo añadimos sustancia y sentido a nuestras vidas y a la sociedad.
La Casa Once también habla del destino, en términos sencillos, de nuestras esperanzas y sueños, de lo que deseamos y de lo que queremos lograr. Se destaca nuestra visión creativa, el simple acto de trabajar hacia nuestro yo máximo.
El poder de la creación colectiva, así como las chispas creativas generadas por el grupo, también son importantes para esta casa. Al unirnos, podemos crear mucho más.
Al unirnos con nuestros amigos, no sólo logramos mucho, sino que también podemos disfrutar de los frutos de nuestro trabajo. La Casa Once también se dirige a la clase de amigos que somos: ¿qué hacemos por los demás? ¿Cómo vemos a nuestros amigos? ¿Cómo nos ven?
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Es nuestro carácter básico el que, en gran medida, define a los amigos y grupos que elegimos.
A menudo, trabajamos con nuestros amigos hacia un bien mayor y con la esperanza de mejorar la sociedad. Este es nuestro lado filantrópico que sale a la luz, la capacidad de ayudar desinteresadamente y con entusiasmo a los demás.
Es también nuestra humanidad manifestándose de la manera más efectiva. A veces, podemos alterar el proverbial carro de la manzana, pero la suma total de nuestros esfuerzos debe ser para ver el resultado final.
Si eso es bueno, entonces el proceso de llegar allí, para bien o para mal, vale la pena. Por último, la Undécima Casa también gobierna a los hijastros, a los hijos adoptivos y a los niños adoptados.
La undécima casa se refiere a las amistades y a cómo nos apoyamos unos a otros para progresar en el mundo. Mientras que la quinta casa se trata de la creatividad que surge del Ser, la undécima perspectiva de la casa es hacia la colaboración.
Y la amistad aquí se nutre cultivando ese tipo de proyectos, o apoyando a otros, a medida que alcanzan sus sueños. En el vasto y abrumador campo de potencial, la undécima casa los alinea con otros que buscan logros similares.
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Y esto le ayuda a sentirse parte de una red de apoyo que estabiliza sus metas. La Casa Once está gobernada por Acuario y los planetas Saturno y Urano.